domingo, 5 de febrero de 2017

Manos


Las manos que sienten y tocan, son los instrumentos del corazón para comunicarse con el mundo.

Tengo una relación muy especial con mis manos. No aprendo nada si no lo toco, casi diría que lo que no puedo tocar no existe para mi. Acariciar una piel suave, sentir el pulso de un árbol a través de su corteza rugosa, sentir la corriente del agua fluyendo entre los dedos, ir de la mano con la persona amada sintiendo que no hay nada más en el universo que nuestros dedos enlazados.

Cuando toco algo lo estoy tocando con el corazón, siento cada rugosidad, cada pliegue, cada textura con una intensidad brutal. La memoria de mis dedos es como el olfato de los perros u otros animales. Almaceno sensaciones en forma de urdimbres primitivas, puedo recordar el tacto de una piedra, la forma precisa de la espalda de mi amante, el contacto del metal frío, el roce de unos cabellos sobre mi piel...

Así me comunico con el mundo, tocándolo. También haciéndolo, construyéndolo, pintándolo, modelándolo, piedra, madera, barro, papel, carne... o apretando las teclas del portátil, como ahora mismo. Lo que creo lo hago con las manos.

Los dedos largos, las manos grandes. Tal vez al final todo tenga un sentido, dotar de realidad a las cosas cuando las acaricio, cuando las siento.

Y si a la vez puedo mirarte a los ojos...

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