La creación siempre adopta la forma de un sueño, a veces es una línea simple que corta un frágil espacio blanco, otras una masa de color deslumbrante que sin conciencia te golpea el cerebro, a veces una figura, nítida o tan solo insinuada, que se descubre entre los caminos imaginarios de una obra.
Muchas veces es un impulso indefinido el que me empuja a crear algo. Busco y rebusco entre los materiales, papeles, lapiceros, rotuladores, pinceles, revistas viejas, piedras o trozos de conchas, hasta que ese impulso crea una conexión con la materia y empieza a tomar forma en mi cabeza mientras mis dedos no paran de agitarse. En cierto instante empieza el movimiento, aparentemente descontrolado e inconsciente. El cuerpo ya sabe que hacer, las manos manejando los materiales, los ojos prestando su capacidad de visión, todo el cuerpo enfocado y la mente.... la mente totalmente en blanco, cediendo todo el protagonismo sin juzgar ni evaluar. Disfrutando.
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