La fiebre me asalta inmisericorde
y me trae tu presencia en la neblina,
me pongo a tocar en la danzarina
guitarra de tu cuerpo un acorde.
Imágenes de tu bello cuerpo afrutado,
el océano de tu espalda nítida
hogar del tímido delfín invisible
que me arrastra a un viaje atropellado.
Tu espalda es un caliente arenal,
infinito y bello donde mis manos
trazan ríos de azucenas salvajes,
y escriben un azul poema inmortal.
Termina tu espalda y se inicia
un suave valle de miel y luna.
La erección me asalta inoportuna
y un delfín de plata me acaricia.
Tu espalda es el universo exquisito
que acoge mi alma enloquecida.
Delirio enfebrecido, dormito.
Me devuelven sereno y frío
el caldo caliente y el gelocatil,
tu recuerdo me lleva como un río...
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